miércoles, 29 de junio de 2011

Paranoia

Eran las 3 de la mañana cuando el teléfono sonó. Atendí. “¿Hola? ¿Quién es?” pregunte, pero nadie contesto.  La verdad que no sé por qué, pero esa noche fue más tenebrosa que cualquier otra noche, especialmente por que recién era la tercera noche que había pasado ahí. Nos habíamos mudado desde Los Ángeles a una casa enorme, prácticamente tan grande como una mansión, en medio de un campo el cual mi mama recién había heredado de mi abuela que lamentablemente había fallecido hacía ya un mes.  Yo la verdad que siempre odie esa casa, al igual que odio cualquiera casa enorme, de varios pisos, muchos pasillos, pisos rechinantes de madera, con abundancia de escaleras y una ridícula cantidad de cuadros de personas, seguramente ya fallecidas, que te miran como observando lo que estás haciendo sin sacarte los ojos de encima. Y si, adivinaron, este odio lo genero la casa de mi abuela la cual es tal como la describí y en la cual pase las más lindas noches… si es que captan mi ironía. Ahora que les explique esto creo que van a entender un poco mejor por qué digo que era una noche tenebrosa. Ah casi me olvido, esa noche también había una tormenta terrible con abundancia de truenos y relámpagos. Pero bueno, ahora volviendo a lo que les contaba: La noche estaba silenciosa y ahí estaba yo, sola, con el teléfono en la mano, esperando una respuesta y pensando en por que esa persona no me la daba... ¿qué quería? ¿Para qué me habrá llamado? Y también recuerdo que pensaba, al igual que pienso ahora, que el enfermo que haya puesto el UNICO teléfono de la casa en el medio de esa gran biblioteca que tenía mi abuela, tan oscura de noche, con unos ventanales enormes, y con el retrato de mi abuelo, el cual tenía una cara que lo representaba tanto… Era una persona bastante extraña, muy excéntrico, con una cara de loco terrible o de asesino que el cuadro logro captar con gran calidad de detalle, y que estaba ahora exhibido arriba del gran hogar y que la luz de los rayos iluminaba desde la ventana. Si definitivamente el enfermo que puso el teléfono ahí nunca vio una película de terror o era un pelotudo bárbaro, pero el punto es que allí estaba el teléfono y ahí estaba yo. Ya estaba por salir corriendo después de haber escuchado pisadas que seguramente podría haber sido el gato, mi mama que se había levantado para ir al baño o simplemente que podría haber sido el viento que tiro algo al piso, estaba asustada, y justo antes de que tire el teléfono a la mierda para correr una maratón hasta mi habitación donde me taparía con mi cubrecama protector hasta que me duerma, una voz dijo “  Usted ha sido seleccionado como el ganador de un Peugeot 307, mándenos un E-mail para más información…piiip” Corte el teléfono… Era una de esas malditas propagandas falsas de autos que supuestamente ganamos y de los cuales ya gane como 30.

Puede ser que me esté volviendo muy paranoica, que este perseguida, o que sea miedosa, pero tengo una conclusión segura: Odio esta casa.